miércoles, 2 de mayo de 2012

¿Compromiso o permanencia?



En el artículo de Jordi Soler del 1 de Mayo en El País, se compara nuestra actitud conservadora ante la realidad política que vivimos con la de intelectuales como George Orwell, quien en 1937 no dudó en venir a España a luchar contra el fascismo movido nada más y nada menos que por sus convicciones. Jean Paul Sartre (quien se enfrentó desde la resistencia francesa a los nazis en 1940) es otro ejemplo de la figura muy denostada del intelectual comprometido.

Hoy George Orwell puede parecernos un marciano porque ¿quién en su sano juicio, va ir a pegar tiros a otro país, dejando en el suyo su pisito, su automóvil, su mutua médica, su plan de jubilación y su nicho pre-pagado en el cementerio? La respuesta es que, en el mejor de los casos, muy pocos. El mundo ha cambiado radicalmente, las ideologías se desvanecen, los ideales flaquean, ya no se sabe a qué parte de la derecha pertenece la izquierda y hoy la gente, para creer en algo, tiene que verlo en Google. A menos que se trate de dinero o propiedades, dos elementos del paisaje mental contemporáneo en los que todos seguimos teniendo una inquebrantable fe.
Pero resulta que la crisis económica, que se ceba en España con insultante entusiasmo, nos va dejando sin pisito, sin automóvil, sin mutua y sin nicho en el cementerio, y todo sin haber ido a hacer la guerra, sin pegar un tiro, sin haber hecho absolutamente nada.
Los dos sinónimos de compromiso más habituales en los tiempos que corren son hipoteca y permanencia de 12 meses. Habitamos el universo del confort y la comodidad, aunque siempre cabe un ramalazo subversivo: ¿escribimos un tweet?

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